La parte del texto donde más falla la gente a la hora de vender

Aquí va una confesión bastante privada sobre parte de mi pasado.

Y no te la cuento porque sea interesante, te la cuento porque lo mismo puedes utilizarla para saber lo que no tienes que hacer en un texto de venta.

Durante mi infancia y toda la adolescencia, yo fui un tío súper tímido.

Me daba vergüenza hasta ir a comprar a la tienda y hablar con el dependiente si había más personas esperando.
Y todo eso me causó grandes problemas a la hora de, ya sabes,
las habilidades socioamorosas.

Ligar, vamos.



Siempre solía ser el típico buen amigo, que siempre estaba ahí para escuchar, para aconsejar y todo eso, pero que no era capaz de gustar a la chica que me gustaba.

Los primeros rolletes que tuve y tal fue más por probar que otra cosa.

Entonces, hubo una época en la que eso realmente me estaba afectando, así que decidí buscar en internet. Y encontré varias personas que se dedicaban a enseñar a otros tíos a cómo relacionarse con mujeres.
Y cómo transformarte en alguien atractivo, carismático, deseable y follable.

Bueno, pues estuve muchísimo tiempo viendo todos esos vídeos.

Viendo cómo esas personas lo hacían, tratando de aprenderme esos diálogos de memoria, con la esperanza de que surtieran el mismo efecto en mí.



Pero cuando llegaba el momento, siempre pasaba lo mismo.

Me bloqueaba un montón y nunca me atrevía a hablar con una desconocida. Todas esas inseguridades y pensamientos aparecían y me hacía a la idea
de que sería brutalmente rechazado.
No sabía cómo ofrecer lo que yo consideraba que era valioso en mí.

Y las pocas veces que me atreví a hacerlo, no conseguí gran cosa. En fin, que todos esos gurús de la seducción no me enseñaron nada.



A medida que fui olvidándome de todo eso y acepté toda mi inseguridad pude ir derribando cada barrera.
Hoy en día estoy muy lejos de ser el pardillo que era entonces.
Sigo sin ser el típico ligón de manual, pero nunca más volví a tener problemas para conectar con mujeres. Incluso encontré a la mejor mujer que he conocido.

En esta historia hay dos enormes conclusiones que se pueden extraer y que son imprescindibles para vender por internet (o donde sea).

La primera es que seguir los dudosos métodos de gurús que no comprenden el fondo del asunto, es peligroso y no suele traer buenos resultados.
En el copywriting esto es escribir como la mayoría de gente suele decir que lo hagas.
Copiar mensajes, diálogos o estructuras enteras, que hacen naufragar a tu propio estilo.
Pensar que hay palabras mágicas y palabras prohibidas.
Hacer caso a que no hay que usar adverbios.
O a que a los clientes hay que calentarlos como a las palomitas en el microondas.

Toda esa mierda.



Y la segunda es que la parte más importante donde la mayoría de la gente falla en un texto de venta (incluso muchos copywriters) es en la llamada a la acción.

El momento de la verdad, donde todo se resume en unas pocas líneas (porque no se trata solo de poner un botón de compra) y donde todas las células y neuronas del potencial cliente deben estar sincronizadas para que quiera pagarte.

Esto me recuerda a Harry Potter, donde los magos tenían por norma no atreverse a pronunciar el nombre de Voldemort.

Es lo que a muchos les sucede con el cta.



Un buen cta vende porque proyecta seguridad y filtra a los curiosos y malos compradores.
Es como acompañar a tu cita a su casa después de una noche de diversión, y no buscar un beso como un baboso, sino respetar su espacio y sus decisiones, lo cual bastará para que quiera seguir viéndote.

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