Cuando te estés ahogando sin saberlo, el copywriting no podrá venir a salvarte

Hace unos días supe que existe una ley un poco desconocida.

Ley de «Segunda Oportunidad» se llama. Y leí en un artículo que un tío de Logroño estaba trabajando, pero como cobraba poco y vivía en un piso compartido con otros hippies, se vio «obligado» a pedir un préstamo.

Como le gustó eso del dinero fácil y seguía cobrando una mierda, fue pidiendo más préstamos para pagar los anteriores.

Así hasta acumular 22.000 euros de deuda.

Y como no podía hacerse cargo de nada y encima lo habían echado de su trabajo terminó yendo a juicio y descubrió que esta ley de segunda oportunidad le permitía librarse de toda la deuda.

Parece ficción, ¿verdad?

Pues si el juez ve que no puedes pagar pero que actuaste de buena fe, te deja el culo más limpio que un váter con chorro japonés.

¿Esto está bien, está mal?

Verás.

Ayudar a las personas a quitarse deudas está bien, pero al mismo tiempo esta ley también puede ser una puerta abierta para chorizos, ladrones y otros delincuentes que usen el dinero para otros fines.

O peor, para personas con mucho tiempo libre que quieren ser emprendedoras.

Muchas de ellas, personas que no pueden hacerse cargo de esos préstamos y que no son consecuentes con sus actos.

Hay quien no soporta tener un estilo de vida sin ciertos caprichos.

¿Por qué esa gente no busca otros trabajos? ¿Por qué no intercambian servicios por comida? ¿Por qué no pedirla si es necesario?

Cuando era pequeño mi padre tuvo varias empresas con el tema de la música.

Una de ellas le salió muy mal y se arruinó y todo se empezó a ir al carajo. Perdimos nuestra casa y también la cuenta (realmente) de cuántas veces nos mudamos.

Durante bastante tiempo nuestra comida venía de Cáritas.

Mi madre jamás se endeudó con el banco para alimentarnos porque eso hubiera sido como cavar la tumba para más adelante.

El problema de mucha gente con tiempo libre es que quieren crear proyectos online sin una idea clara y empiezan la casa por el tejado. Primero piden un crédito, un préstamo o usan los ahorros de sus últimos años para meterse en cursos que te enseñan muchas cosas que podrían aprender por su cuenta.

(De hecho, te enseñan de todo menos a vender).

Luego invierten en una web con un diseño propio de una revista de moda, una web moderna con todo tipo de herramientas y plugins, branding, identidad verbal, publicidad para hacer webinars y otras decenas de cosas super imprescindibles.

Eso sí,

Los textos los escriben en dos tardes o se los encargan a la prima periodista que tiene cinco años de experiencia redactando artículos para blogs pero que ha hecho un curso de copywriting y ahora sabe cómo llenar una web de frases enlatadas y mucha felicidad etérea.

Así, su dinero va disminuyendo mientras sigue escuchando que el copy es muy bueno para vender.

Pero no contrata a ningún copywriter (al menos) decente porque no se lo puede permitir.

Dice que son muy caros y que tampoco se consiguen tantos resultados con los textos.

Se le está acabando el dinero.

El estrés aumenta.

Las malas decisiones también.

Y el marketing es salvaje como la naturaleza, normalmente no te brinda una segunda oportunidad perdonándote todas las deudas de tus malas decisiones.

Así que mejor hacer las cosas bien desde el principio.

O al menos lo antes posible antes de que el camino se tuerza.

Y si ahora mismo no te puedes permitir contratar a un copywriter (por ejemplo, yo) que aunque sea «caro» no te haga sonar a publicidad barata, pero igual necesitas orientación para hacer las cosas bien…

A lo mejor encuentras cosas interesantes en lo que comparto aquí:

https://www.ivanorange.com

Iván Orange.

Deja un comentario