Te voy a contar algo que cuando lo leí, me dejo un poco trastocado.
Literalmente hizo replantearme buena parte de mi vida, allí, sentado frente a la pantalla.
Un médico había escrito un artículo donde explicaba varias historias de cómo muchos médicos, en contra de toda lógica, se dejaban morir cuando padecían enfermedades graves.
Conocía a muchos médicos que habían sufrido cáncer y otras enfermedades mortales y se habían negado a recibir ningún tipo de tratamiento. Preferían ir a casa con su familia y pasar sus últimos meses haciendo lo que querían.
¿De dónde venía esa actitud?
Básicamente… de estar viendo durante años a enfermos de todo tipo diariamente.
Enfermos que se sometían a tratamientos muy duros, que los hacían sufrir y que a menudo les dejaban con una calidad de vida peor que antes, haciendo que la «prórroga» no mereciera la pena.
Hasta aquí no es una opinión, simplemente te cuento lo que decía este tipo.
Está claro que la medicina es una bendición y que en la mayoría de casos consiguen mejorar la vida de la gente y salvar vidas.
Pero cuestionar la solución no es el tema.
Eso me hizo pensar en «desde dónde» tomamos ciertas decisiones y de cómo a veces creemos que la otra persona debe decidir lo que vemos justo porque debería pensar como nosotros. Lo hacemos camuflando nuestro egoísmo en un traje de falsa ayuda y solidaridad.
Y salvando las distancias, en internet sucede algo similar.
Tampoco voy a cuestionar si tu solución ─oferta─ es buena o mala.
Sin conocerte, quiero pensar que es buena.
La pregunta es:
Buena ¿para quién?
Porque al igual que a un médico que ha decidido no medicarse para tratar una enfermedad no puedes (ni debes) convencerle de lo contrario…
tampoco puedes hacer que una persona te compre cuando no quiere hacerlo.
O cuando siente que no necesita hacerlo.
El copy en realidad no va de convencer a nadie.
Va de acompañar a las personas que ya tienen decidido hacer algo y ayudarlas a tomar la mejor decisión.
Y esto influye radicalmente en cómo enfocas tus textos.
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